Los requerimientos diarios de proteína de alto valor biológico se obtienen por medio del consumo de proteína animal, pero también mediante la combinación de ciertos vegetales, cereales y derivados, con frutos secos o cereales con leguminosas. Este cambio dietético, además de ser muy saludable para quien lo asume, resulta más sostenible con el medio y permite un mejor y mayor reparto de los alimentos para satisfacer las necesidades alimentarias de un mayor porcentaje de población en todo el mundo. ¿Pero cómo saber cuánta proteína se come?
Calcula cuánta proteína comes. La OMS recomienda un consumo diario de 0,8 a 1 gramo de proteína por cada kilo de peso para una persona adulta sana, si bien lo idóneo -por saludable- sería que la mitad de la ingesta recomendada de proteína fuera de origen vegetal, a expensas de legumbres, cereales y frutos secos. Al aplicar esta simple operación, se conocen los requerimientos individuales de proteína. Para una mujer adulta que lleva una vida moderadamente activa y tiene un peso saludable de 60 kilos, sus requerimientos proteicos diarios totales son de 60 gramos (1 g x Kg peso x día = 1 g x 60 Kg x día = 60 gramos).
El siguiente paso es analizar la dieta, concretar la cantidad de lo que se come y conocer el contenido de proteína de los alimentos ingeridos.
La tabla 1 muestra los gramos de proteínas que proporcionan los principales alimentos proteicos de origen animal por ración de consumo.
El informe desvela que el sector ganadero genera más emisiones de gases de efecto invernadero (medidos en equivalentes de CO2, procedente del estiércol) que el transporte y es una fuente importante de degradación de la tierra y el agua. A su vez, es responsable de gran parte de la producción del gas metano (23 veces más perjudicial que el CO2), producido en gran medida por el sistema digestivo de los rumiantes. Por ello, comer menos carne es también un paso hacia una alimentación sostenible con el medio ambiente.
Propósito de dieta sana: un día sin carne
Para quienes son muy carnívoros, gustan de comer carne y no conciben un segundo plato sin esta ración, el primer paso hacia una dieta más sana, sin excesos de proteína animal, supone comenzar por no comer carne un día a la semana.Un paso hacia una dieta más sana supone prescindir de la carne un día a la semanaCon el tiempo, se debe reducir la frecuencia de consumo hasta equipararla a la de otros alimentos proteicos como pescados o huevos. Al mismo tiempo, se ha de ajustar la ración proteica a la cantidad recomendada por ración: 125 gramos de carne y 150 gramos de pescado. Algunas ideas para confeccionar un menú equilibrado (primer plato, segundo plato y postre) con un buen perfil de proteínas de alto valor biológico son:
- Primeros platos: ensalada variada con frutos secos, ensalada de arroz con pera y nueces, pimientos verdes con arroz y nueces
- Segundo plato: garbanzos con cuscús y verduras, ensalada de arroz con guisantes, risotto con guisantes y habas, lentejas con arroz, macarrones y tomate, alubias negras con arroz y sepia, potaje de acelga, patatas, judías blancas y arroz, cuscús con pasas y piñones.
- Postres: arroz con leche de soja y avellanas, yogur con frutos secos y copos de avena, pastel de cuscús con frutos secos, crujiente de arroz inflado con frutos secos, muesli de arroz inflado con copos de maíz, pasas y almendra molida.
Las consecuencias del exceso proteico
Las dietas que contienen una alta proporción de proteínas de origen animal, a menudo, suponen una ingesta superior en calorías, grasas saturadas, colesterol y sodio. El consumo desmedido de estos nutrientes se asocia de manera directa con las enfermedades evitables de mayor impacto en los países desarrollados, como son la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión arterial y problemas renales.
A su vez, una alimentación con alta proporción de proteína animal provoca un aumento de la excreción urinaria de calcio, una situación que si se mantiene en el tiempo puede derivar en descalcificación ósea, mayor riesgo de fracturas y osteoporosis. En resumen, las consecuencias de un consumo excesivo continuado de proteína animal son:
A su vez, una alimentación con alta proporción de proteína animal provoca un aumento de la excreción urinaria de calcio, una situación que si se mantiene en el tiempo puede derivar en descalcificación ósea, mayor riesgo de fracturas y osteoporosis. En resumen, las consecuencias de un consumo excesivo continuado de proteína animal son:
- Más proteína, menos calcio: huesos más frágiles.
- Más proteína, más calorías: más probabilidad de ganar peso (sobrepeso u obesidad).
- Más proteína, más colesterol y grasa saturada: riesgo aumentado de enfermedad del corazón y los vasos sanguíneos.
- Más proteína animal, más sodio: aumenta el riesgo de dolencias renales y de hipertensión arterial, condición asociada a enfermedades del corazón y los vasos sanguíneos.
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