19 de noviembre de 2009

La importancia de unas manos limpias

        La piel es la primera línea de defensa contra los microorganismos. En las manos, nuestras principales herramientas de trabajo, se alojan (de forma natural o por contaminación de otras fuentes) y se transmiten infinidad de gérmenes que pueden provocar procesos infecciosos. La higiene de las manos no sólo es una poderosa arma contra la propagación de infecciones comunes como el resfriado y la gripe sino que también actúa contra otras de tipo diarreico generadas por enterobacterias y contra las toxiinfecciones alimentarias en general. 

         Todos estos microbios, que pueden contagiarse de formas distintas, son especialmente comunes en niños, que tocan otras manos sucias, superficies, objetos e incluso alimentos contaminados, juegan con tierra o simplemente se frotan una herida. Además de la contaminación microbiológica, las manos pueden entrar en contacto con posibles sustancias tóxicas (restos de productos de limpieza, insecticidas o productos químicos), nocivas para la salud. Los niños no son conscientes de este potencial peligro, tanto es así que incluso llegan a ingerir de manera directa esta posible contaminación si se chupan manos y dedos. Pero un adulto puede también contaminarse de forma indirecta a través del contacto con alimentos o utensilios de cocina.

-¿Lavar o desinfectar?

          Lo mismo que ocurre con otras superficies y elementos, no es lo mismo lavar que desinfectar las manos. En el ámbito doméstico, un jabón normal será generalmente suficiente para limpiar nuestras manos. En ámbitos profesionales y, especialmente en los desarrollados entre poblaciones de riesgo, como niños o ancianos, es recomendable utilizar jabones especiales con cierto poder desinfectante.
          En hostelería resulta importante diferenciar las instalaciones de lavado (fregaderos) de los lavamanos destinados a este fin. Ambos deberán estar dotados de agua caliente y fría y accionados de manera no manual, y estos últimos equipados con dispensador de jabón o solución desinfectante autorizada, así como un sistema de secado higiénico (toallitas desechables con su contenedor, mejor que secadores de aire caliente que provocan, además de corrientes portadoras de posible polvo y suciedad, un peligroso aumento de la temperatura). Los lavamanos deberán situarse próximos a la zona de manipulación para una mayor accesibilidad durante el trabajo.

-CUÁNDO LAVARSE LAS MANOS:

En la cocina:
  • Antes de comer y cocinar.
  • Entre la manipulación de diferentes tipos de alimentos o alimentos crudos y cocinados.
  • Después de limpiar o tocar productos de limpieza o químicos.
  • Después de tocar la basura.
Otras situaciones:
  • Después de ir al baño y, preferiblemente, también antes.
  • Después de tocar animales y mascotas.
  • Después de visitar o cuidar a personas enfermas.
  • Antes y después de curar una herida.
  • Después de acudir al centro de salud.
  • Después de sonarse la nariz, toser o estornudar o limpiar los mocos a un niño.
  • Después de cambiar un pañal o ayudar a un niño a limpiarse tras acudir al baño.
  • Después de estar en el jardín jugando o haciendo jardinería.
  • Después de utilizar un transporte colectivo (metro, tren, autobús) o acudir a un espacio de uso público (cine, centro comercial).
  • Cuando se hayan tocado manillas de puertas o barandillas de escaleras que pueden estar contaminadas.
  • Después de manejar dinero.

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19 de noviembre de 2009

La importancia de unas manos limpias

        La piel es la primera línea de defensa contra los microorganismos. En las manos, nuestras principales herramientas de trabajo, se alojan (de forma natural o por contaminación de otras fuentes) y se transmiten infinidad de gérmenes que pueden provocar procesos infecciosos. La higiene de las manos no sólo es una poderosa arma contra la propagación de infecciones comunes como el resfriado y la gripe sino que también actúa contra otras de tipo diarreico generadas por enterobacterias y contra las toxiinfecciones alimentarias en general. 

         Todos estos microbios, que pueden contagiarse de formas distintas, son especialmente comunes en niños, que tocan otras manos sucias, superficies, objetos e incluso alimentos contaminados, juegan con tierra o simplemente se frotan una herida. Además de la contaminación microbiológica, las manos pueden entrar en contacto con posibles sustancias tóxicas (restos de productos de limpieza, insecticidas o productos químicos), nocivas para la salud. Los niños no son conscientes de este potencial peligro, tanto es así que incluso llegan a ingerir de manera directa esta posible contaminación si se chupan manos y dedos. Pero un adulto puede también contaminarse de forma indirecta a través del contacto con alimentos o utensilios de cocina.

-¿Lavar o desinfectar?

          Lo mismo que ocurre con otras superficies y elementos, no es lo mismo lavar que desinfectar las manos. En el ámbito doméstico, un jabón normal será generalmente suficiente para limpiar nuestras manos. En ámbitos profesionales y, especialmente en los desarrollados entre poblaciones de riesgo, como niños o ancianos, es recomendable utilizar jabones especiales con cierto poder desinfectante.
          En hostelería resulta importante diferenciar las instalaciones de lavado (fregaderos) de los lavamanos destinados a este fin. Ambos deberán estar dotados de agua caliente y fría y accionados de manera no manual, y estos últimos equipados con dispensador de jabón o solución desinfectante autorizada, así como un sistema de secado higiénico (toallitas desechables con su contenedor, mejor que secadores de aire caliente que provocan, además de corrientes portadoras de posible polvo y suciedad, un peligroso aumento de la temperatura). Los lavamanos deberán situarse próximos a la zona de manipulación para una mayor accesibilidad durante el trabajo.

-CUÁNDO LAVARSE LAS MANOS:

En la cocina:
  • Antes de comer y cocinar.
  • Entre la manipulación de diferentes tipos de alimentos o alimentos crudos y cocinados.
  • Después de limpiar o tocar productos de limpieza o químicos.
  • Después de tocar la basura.
Otras situaciones:
  • Después de ir al baño y, preferiblemente, también antes.
  • Después de tocar animales y mascotas.
  • Después de visitar o cuidar a personas enfermas.
  • Antes y después de curar una herida.
  • Después de acudir al centro de salud.
  • Después de sonarse la nariz, toser o estornudar o limpiar los mocos a un niño.
  • Después de cambiar un pañal o ayudar a un niño a limpiarse tras acudir al baño.
  • Después de estar en el jardín jugando o haciendo jardinería.
  • Después de utilizar un transporte colectivo (metro, tren, autobús) o acudir a un espacio de uso público (cine, centro comercial).
  • Cuando se hayan tocado manillas de puertas o barandillas de escaleras que pueden estar contaminadas.
  • Después de manejar dinero.

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