21 de mayo de 2010

El efecto de prohibir ciertos alimentos

      Privar de los alimentos preferidos provoca un continuo deseo por comerlos, de ahí la necesidad de hacer pequeñas concesiones cuando se sigue una dieta hipocalórica
      La prohibición de consumir cualquier alimento cuando se sigue una dieta terapéutica implica el efecto contrario: un mayor deseo por comerlo. Es una práctica errónea y nada justificada que todavía se asocia a muchas dietas de adelgazamiento mal planteadas. Expertos en psicología y comportamiento alimentario y dietistas aseguran que, cuando se sigue una dieta hipocalórica para perder peso, conviene dejar margen para los alimentos preferidos. Las pequeñas concesiones, entendidas como un extra que se ha de comer en pequeña cantidad (la justa para que no haya ansiedad por el alimento preferido), son claves para el equilibrio y el bienestar emocional. Esta permisividad redunda en una mayor fidelidad y afianzamiento para seguir cualquier planteamiento dietético.

-Efecto rebote: como más que antes

       Las conductas compensatorias que proponen muchas dietas para perder peso, como ayunar, no cenar o cenar sólo fruta, restringir mucho la ingesta de unos alimentos o privar el consumo de otros desemboca, casi con toda seguridad, en un descontrol alimentario. La "deprivación hedónica", como se denomina en el ámbito clínico a la prohibición de los alimentos preferidos, provoca el anhelo continuo o repetido por comer esos alimentos. Además, aumenta la ansiedad de la persona, que ve todavía más limitaciones en su dieta y desea con fervor que llegue el día en que no tenga que seguirla para darse el capricho de comer los alimentos con los que se ha reprimido durante tanto tiempo.
       La Asociación Americana de Dietética ya advirtió en 2006 en un comunicado de que ciertas características comunes a muchas dietas de adelgazamiento hacen dudar de su eficacia, seguridad y rigurosidad. Una de las advertencias se refiere al hecho de que la dieta implique listas de alimentos permitidos (buenos) y no permitidos (malos o prohibidos). Los psicólogos clínicos aseguran que si se evitan las tentaciones alimentarias mediante la prohibición, "la persona nunca, o rara vez, sentirá un conflicto de autocontrol". Esto significa que "cuando aparezca una tentación, como ocurre de forma inevitable en muchos momentos de la vida, la persona no tendrá la fuerza de voluntad para resistirla". Es un primer paso para que se generen conductas extremas como el atracón para calmar los nervios u otros trastornos de la conducta alimentaria.

-Pequeñas y ligeras concesiones

        Para conseguir adelgazar con éxito no se debe prohibir el consumo de ningún alimento, ni siquiera los más calóricos. Sí se ha de explicar al paciente que su consumo es superfluo e innecesario y que el beneficio no va más allá del gusto momentáneo y pasajero. La clave está en diferenciar entre privación total y moderación en el consumo, y en dar alternativas y sugerencias para aligerar en azúcares, grasas y calorías los alimentos, las recetas y los platos que más gustan.
  • Dulce, pero no azucarado. Si a la persona le tientan los dulces, hay multitud de postres, donde el azúcar añadido es prescindible para su elaboración.
  • Formas de aligerar los platos. Si la escasa variedad de los alimentos y sus formas de cocinado son una limitación para renovar el recetario, es útil conocer trucos para aligerar las recetas e, incluso, consumir hasta cien calorías menos por día.
       Enfrentarse con frecuencia a algunas tentaciones refuerza la voluntad y la capacidad de autocontrol, lo cual permite resistir sin dificultad ni angustia su ingesta en diversidad de situaciones.

-Valor hedónico y vinculo emocional

        Ciertos alimentos tienen un fuerte valor simbólico para la persona. Por ello, su privación total, aunque sea temporal, puede alterar su equilibrio emocional y aumentar tanto su ansiedad, que la persona se siente incapaz de seguir la dieta terapéutica, según explica el psicólogo clínico Esteban Cañamares en su libro "¿Por qué no puedo adelgazar? Causas psicológicas de la obesidad". Todos los individuos sienten más tentación por un alimento o un plato, que asocian con momentos de mayor placer, satisfacción, cuidado, cariño o amor en su vida. Desde las albóndigas con patatas fritas de la madre, hasta las croquetas de la suegra o el arroz con leche especial de la abuela...
       Según relata el experto tras su larga experiencia en el tratamiento psicológico de personas obesas, son alimentos con una gran carga simbólica que pueden responder a situaciones o cambios vitales importantes: el alimento se preparaba en exclusiva para la persona, tiene un vínculo estrecho desde la perspectiva de los afectos y el estado de ánimo, su consumo se recibía como premio, su elaboración se reservaba para ocasiones especiales, etc.
        El profesional sanitario debe explicar al paciente que los alimentos preferidos tienen cabida en las dietas de adelgazamiento. La clave está en comprender que su consumo, moderado y puntual, le ayudará a no sentirse culpable cuando lo come y le calmará esa ansiedad y apetencia exagerada y continua, sin que aumenten de forma sustancial las calorías de su dieta.

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21 de mayo de 2010

El efecto de prohibir ciertos alimentos

      Privar de los alimentos preferidos provoca un continuo deseo por comerlos, de ahí la necesidad de hacer pequeñas concesiones cuando se sigue una dieta hipocalórica
      La prohibición de consumir cualquier alimento cuando se sigue una dieta terapéutica implica el efecto contrario: un mayor deseo por comerlo. Es una práctica errónea y nada justificada que todavía se asocia a muchas dietas de adelgazamiento mal planteadas. Expertos en psicología y comportamiento alimentario y dietistas aseguran que, cuando se sigue una dieta hipocalórica para perder peso, conviene dejar margen para los alimentos preferidos. Las pequeñas concesiones, entendidas como un extra que se ha de comer en pequeña cantidad (la justa para que no haya ansiedad por el alimento preferido), son claves para el equilibrio y el bienestar emocional. Esta permisividad redunda en una mayor fidelidad y afianzamiento para seguir cualquier planteamiento dietético.

-Efecto rebote: como más que antes

       Las conductas compensatorias que proponen muchas dietas para perder peso, como ayunar, no cenar o cenar sólo fruta, restringir mucho la ingesta de unos alimentos o privar el consumo de otros desemboca, casi con toda seguridad, en un descontrol alimentario. La "deprivación hedónica", como se denomina en el ámbito clínico a la prohibición de los alimentos preferidos, provoca el anhelo continuo o repetido por comer esos alimentos. Además, aumenta la ansiedad de la persona, que ve todavía más limitaciones en su dieta y desea con fervor que llegue el día en que no tenga que seguirla para darse el capricho de comer los alimentos con los que se ha reprimido durante tanto tiempo.
       La Asociación Americana de Dietética ya advirtió en 2006 en un comunicado de que ciertas características comunes a muchas dietas de adelgazamiento hacen dudar de su eficacia, seguridad y rigurosidad. Una de las advertencias se refiere al hecho de que la dieta implique listas de alimentos permitidos (buenos) y no permitidos (malos o prohibidos). Los psicólogos clínicos aseguran que si se evitan las tentaciones alimentarias mediante la prohibición, "la persona nunca, o rara vez, sentirá un conflicto de autocontrol". Esto significa que "cuando aparezca una tentación, como ocurre de forma inevitable en muchos momentos de la vida, la persona no tendrá la fuerza de voluntad para resistirla". Es un primer paso para que se generen conductas extremas como el atracón para calmar los nervios u otros trastornos de la conducta alimentaria.

-Pequeñas y ligeras concesiones

        Para conseguir adelgazar con éxito no se debe prohibir el consumo de ningún alimento, ni siquiera los más calóricos. Sí se ha de explicar al paciente que su consumo es superfluo e innecesario y que el beneficio no va más allá del gusto momentáneo y pasajero. La clave está en diferenciar entre privación total y moderación en el consumo, y en dar alternativas y sugerencias para aligerar en azúcares, grasas y calorías los alimentos, las recetas y los platos que más gustan.
  • Dulce, pero no azucarado. Si a la persona le tientan los dulces, hay multitud de postres, donde el azúcar añadido es prescindible para su elaboración.
  • Formas de aligerar los platos. Si la escasa variedad de los alimentos y sus formas de cocinado son una limitación para renovar el recetario, es útil conocer trucos para aligerar las recetas e, incluso, consumir hasta cien calorías menos por día.
       Enfrentarse con frecuencia a algunas tentaciones refuerza la voluntad y la capacidad de autocontrol, lo cual permite resistir sin dificultad ni angustia su ingesta en diversidad de situaciones.

-Valor hedónico y vinculo emocional

        Ciertos alimentos tienen un fuerte valor simbólico para la persona. Por ello, su privación total, aunque sea temporal, puede alterar su equilibrio emocional y aumentar tanto su ansiedad, que la persona se siente incapaz de seguir la dieta terapéutica, según explica el psicólogo clínico Esteban Cañamares en su libro "¿Por qué no puedo adelgazar? Causas psicológicas de la obesidad". Todos los individuos sienten más tentación por un alimento o un plato, que asocian con momentos de mayor placer, satisfacción, cuidado, cariño o amor en su vida. Desde las albóndigas con patatas fritas de la madre, hasta las croquetas de la suegra o el arroz con leche especial de la abuela...
       Según relata el experto tras su larga experiencia en el tratamiento psicológico de personas obesas, son alimentos con una gran carga simbólica que pueden responder a situaciones o cambios vitales importantes: el alimento se preparaba en exclusiva para la persona, tiene un vínculo estrecho desde la perspectiva de los afectos y el estado de ánimo, su consumo se recibía como premio, su elaboración se reservaba para ocasiones especiales, etc.
        El profesional sanitario debe explicar al paciente que los alimentos preferidos tienen cabida en las dietas de adelgazamiento. La clave está en comprender que su consumo, moderado y puntual, le ayudará a no sentirse culpable cuando lo come y le calmará esa ansiedad y apetencia exagerada y continua, sin que aumenten de forma sustancial las calorías de su dieta.

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